Autostar, concesionaria de Ovando, tuvo la enorme amabilidad
no solo de invitarnos a la presentación – muy lograda por cierto – del nuevo
Mercedes-Benz Clase A, sino de permitirnos al día siguiente hacerle un test
drive. Agradecemos especialmente a nuestra querida amiga Alejandra Leytón por
la enorme gentileza.
Primera impresión
Entonces, si no es un Clase A, ¿qué es este nuevo modelo? En
realidad, es meramente un hatchback de tracción delantera del segmento C destinado
a competir con el Audi A3 y el BMW serie 1, aunque este último lleva tracción
trasera. Y, sin embargo, parece que tras el engaño inicial de los números y
segmentos, hay mucho más que eso.
Para que se entienda, empecemos con el diseño exterior. En
él, ocurre… Bueno, ocurren muchísimas cosas. Líneas de carácter ascendentes,
pliegues extravagantes, juegos de luces, expresiones agresivas, spoilers y
faldones… Y sin embargo, no se ve sobrecargado, ni forzado. Alejándose del
extremadamente simple A3 y del un poco más sofisticado Serie 1, el Clase A se
ve muy bien, deportivo y dinámico, y con ello juvenil. Acá medimos la palabra
con exactitud y no la usamos a la ligera: lo demuestra el paquete opcional AMG
– que cuesta $5.000 adicionales – con grandes faldones y aros de 18” de perfil
muy bajo, convirtiéndolo en aquél material del que están hechos los sueños. Se ve
espectacular en persona, aún más que en las fotos, con las grandes ruedas, los
acabados en negro brilloso, la parrilla afilada y los asientos de guante.
Una vez dentro
A gran expensa y utilizando lo último en
audionanotecnología, EOC ha instalado un chip sonoro microscópico a este blog,
para permitirte oír el sonido que produce el motor de 1,6 litros del A200 en
marcha. Para activarlo, aprieta tu oído contra el monitor. Sí, así. Más cerca. ¿Lo oye? ¿Ese
distintivo zumbido casi inaudible? Pues ese es el sonido del A200 andando a 60
kilómetros por hora. Un glorioso silencio, solo acompañado por el siseo sutil
pero siempre presente del turbo, que da la sensación de estar a leguas del
mundo exterior.
Esto es lo que resume la filosofía del Clase A: El
refinamiento de un gran sedán de lujo en un pequeño – y comparativamente barato
– paquete. El antiguo Clase A era una sonajera andante, pero este hatchback se
siente tan sólido e impermeable como un Clase S. No por voluminoso, sino por lo
superbamente bien construido y por lo magníficamente confortable y civilizado.
El A200 esprinta como un auto mucho más poderoso y caro, con sonidos a penas
audibles desde dentro del aplacador habitáculo lujosamente acabado.
Y es que el interior es sumamente agradable. El Clase A limpiamente fusiona la elegancia austera de las Meches más grandes con un giro de deportividad, usando entre otras delicias unas ventilas inspiradas en las del fabuloso SLS, superficies ondeantes y tapices cosidos a mano aún en la versión básica. Y aunque Autostar no ofrece, de momento al menos, el más básico A180, el A200 que probamos es considerado modelo de entrada, y aún así se equipa con deliciosos asientos deportivos, un gran display a colores y muchos gádjets electrónicos.
Los números
Si bien el A200 se fabrica con transmisiones manual de seis
velocidades o secuencial de siete, por ahora en nuestro mercado solo se ofrecerá
esta última, equipada con manetas al volante, que, aunque es cierto que no
gustan a todo el mundo, nos encantan aquí en EOC. Si hace falta apresurarlo, el
Clase A se muestra más que dispuesto y aplasta al conductor contra el espaldar
del asiento – a pesar de la inevitable fracción de segundo entre el movimiento
del pie derecho y la respuesta del acelerador electrónico – mientras su
suspensión trasera multibrazo absorbe el imperfecto asfalto paceño sin quejas y
la dirección y la transmisión actúan limpia y prontamente. Y las ruedas de 16”
con neumáticos de perfil 205/55 compensan muy bien la rigidez de los
amortiguadores, lo cual, además del precio de $39.800, es un excelente
argumento para preferir el modelo “estándar” frente al equipado con el paquete
opcional AMG. Vale la pena sacrificar
en algo el bling en favor de un viaje
sedoso, sobre todo si el Clase A se convierte en su vehículo de uso diario.
En conclusión
Más allá de estas subjetividades, quizás el mayor defecto
del A200 sea la disminución de la versatilidad en comparación con su antecesor.
Los asientos traseros son apenas aceptables para gente de más de 1,80 m,
siempre y cuando no usen peinados muy complicados, mientras que el maletero es
poco más que un joyero, incluso más chico que el del BMW serie 1. Pero,
justamente a diferencia de su antecesor, este nuevo Clase A nunca se concibió
para cargar los víveres de todo el mes. En cualquier caso, el A200 es un Clase
C en miniatura, una cómoda, agradable y divertida forma de conmutar a diario a
la oficina, cuidar su salud hepática en el tráfico citadino y de paso ahorrarle
unos pesos en el surtidor de gasolina gracias a su impresionante rendimiento de
16 kilómetros por litro en ciclo mixto. No es algún alocado hot-hatch como está
de moda sacar aunque sea sólo por la publicidad, y creemos que esa es su mayor
ventaja: Si algo tiene de sobra el nuevo A200, es clase.
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