Una triste noticia ha sacudido hoy, 19 de diciembre, a la industria automotriz. La legendaria marca sueca SAAB Automobile, nacida de la industria aeronáutica militar y que reflejaba ese espíritu en cada uno de sus modelos, se ha declarado en quiebra y ha solicitado la liquidación de sus activos, tras dos años de penosa agonía.
SAAB fue fundada en 1937 como subsidiaria de Svenska Aeroplan Aktiebolaget (Sociedad Anónima de Aeroplanos de Suecia), y rápidamente se ganó la comendación de la corona sueca, por lo que su defunción marca el final de 64 años de historia industrial sueca.
Valga pues la ocasión para rendir nuestro sentido homenaje a la marca que ha lanzado a lo largo de los años automóviles tan exclusivos, innovadores y originales como el 92, el 900 Turbo o el 9-5, modelos realmente extraordinarios que hicieron las delicias, entre otros, del comediante Jerry Seinfeld, el escritor John Crace o incluso el mismísimo Bond, James Bond, generando lo que Albert Muniz llamó el “Snaabismo”.
Tanto es así, que la universidad del Ruhr determinó en una investigación que los propietarios de un Saab tenían sentimientos emocionales 10 veces más fuertes por su coche que los propietarios de un Volkswagen.
No obstante, la pasión y fidelidad de los propietarios de Saab fueron, al menos en parte, causa de su perdición. En efecto, el afán por mantener una línea y una filosofía únicos llegó a desviar a Saab de las corrientes y tendencias mundiales, con cada vez menos comonalidad con el resto de los vehículos, haciendo su mantenimiento cada vez más caro y apuntando a un nicho de mercado estanco y sin muchas posibilidades de crecimiento. Saab se convirtió en una marca de culto, lo cual era aceptable cuando la gigantesca GM estaba detrás de su timón.
echada. El gobierno yanqui obligó a vender la marca, que nadie estaba muy dispuesto a salvar. Terminaron de sellar el destino las leyes regulatorias europeas, la oposición de la propia GM y la burocracia china, que impidió que dos fabricantes chinos rescataran a la empresa.
Queda, por tanto, solo la leyenda, salvo que un milagro tipo Lotus reviva el nombre y el espíritu de Saab, aunque ya no se trate de la misma compañía.
Esteban