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sábado, 22 de mayo de 2010

Die Silberpfeile kommen zurück

1934. El señor Ferdinand Porsche propone a entonces canciller de Alemania, Adolf Hitler, un prototipo de auto de carreras para la temporada, denominado P-Wagen, que serviría de base para la construcción de los famosísimos bólidos de Auto-Union (hoy Audi) y el W25 de Mercedes-Benz.



En la época de la preguerra, los equipos que participaban en los Grand Prix europeos, antecesores directos de la Fórmula 1 actual, se identificaban con su país de origen, según un código de colores: El famoso rosso corsa de los italianos, aún usado pro Ferrari, el azul de los franceses, el verde de los británicos y el blanco, luego plata por un tema práctico –eliminar un kilo de peso de los autos para entrar en la norma de la asociación –, de los alemanes. En esos tiempos, aunque era aceptado que se invite a pilotos de otras nacionalidades a comandar los bólidos, lo normal era que al ser equipos nacionales sus pilotos fueran también del mismo origen, como lo fue por ejemplo Manfred von Brauchitsch, quien dicho sea de paso era Subteniente de las SA.


Fue justamente el W25, ganador de cuatro de las competencias de ese año, el que inició la tradición de las “flechas de plata”, que duraría de 1934 a 1939, año del inicio de la II Guerra Mundial.





Juan Manuel Fangio y Stirling Moss se encargarían de revivir en los años cincuenta esta leyenda, el primero además con directo apoyo y auspicio del gobierno del general Juan Domingo Perón.

Sé que es incorrecto y contrario a las convenciones mezclar deporte y política, pero me provoca al menos levantar una ceja el hecho de que hoy, tras sesenta y cinco años, aparezca en la grilla de partida del Gran Premio de Bahrein, carrera inicial de la temporada 2010 de la F1, un equipo llamado Mercedes GP, con carros alemanes, pintura plateada, y con los pilotos Michael Schumacher y Nico Rosberg, ambos alemanes por supuesto.

Aunque sin usar el código de colores de la preguerra e irónicamente con el mismo motor que el Mercedes, también llama la atención que este año el equipo británico por excelencia, McLaren, tenga dos pilotos británicos, Lewis Hamilton y Jonson Button. Si McLaren es el eterno rival de Ferrari en la F1 moderna, Gran Bretaña fue en la era romántica de la preguerra el clásico rival de los alemanes, por razones políticas obvias.

Es más, aunque finalmente se retiró de la competencia antes de empezarla por razones económicas, estuvo muy cerca de arrancar en la temporada de este año el equipo US F1, que en declaraciones públicas dadas al momento de su fundación el 2009 tenía la intención de formar un “all-american team”…

Lo que acá llama la atención es que desde hace décadas y de manera cada vez más profunda la F1 se ha ido globalizando, dependiendo cada vez más de auspiciadores y accionistas que podían ser de cualquier lado del mundo, mezclados con pilotos contratados estrictamente por sus habilidades al volante y la negociación de su paga, y hoy aparecen de nuevo los equipos nacionales, aunque ya sin auspicio de sus gobiernos. Espero que sea mera coincidencia.

Esteban
 
(Escrito el 15 de marzo de 2010)

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