Visitas

lunes, 13 de agosto de 2012

Nuevo Mercedes Benz clase G - ¿En serio?



Hace algunos años – no tantos como algunos quisiéramos – era bien visto conducir un bloque con motor V8 y con seis cifras en la etiqueta del precio, tan políticamente incorrecto que resultaba todo un manifiesto: “yo quemo un litro de combustible cada 4 kilómetros, ¿y qué?”.

Hoy, en la segunda década del siglo XXI, la persistencia de Mercedes Benz en emitir una nueva  interpretación de su paralelepípedo de dos toneladas y media resulta admirable. La nueva serie G tiene casi exactamente el mismo aspecto exterior que el modelo anterior, resultando anacrónico, por decir lo menos. Y sin embargo, pagar los 108.000 dólares que cuesta (en Estados Unidos; en Bolivia estimamos un precio de $US 180.000) resulta ser uno de esos placeres culpables al que algunas personas privilegiadas están más que dispuestas a sucumbir.

Quizás lo explique el propio anacronismo del modelo, que garantiza voltear cabezas en las calles atestadas de Rodeo Drive. O quizás la sorprendente sensación que produce acelerar el tanque domesticado de cero a 100 kph en apenas 6,1 segundos y lograr el cuarto de milla en 14,7 segundos. O quizás el rugido del poderoso V8 de 5,5 litros 
que produce 382 caballos de fuerza y 530 N·m de torque, domado gracias a la famosa transmisión de 7 velocidades característica de Mercedes. Si bien la lógica indica que este es un VDU que no debería existir, pues con seguridad que no existen suficientes personas en el mundo que estén dispuestas a pagar un precio de seis cifras por una vagoneta no tan distinta del infame Hummer, al menos en términos de genética. Y sin embargo, unas 1.000 personas al año solamente en Estados Unidos pagan por el privilegio de tener un Gelandewagen. Más cerca de casa, solo en la ciudad de La Paz, hay dos clase G en circulación.

Pero el anacronismo no se detiene en esa carrocería más angular que el Bauhaus Dessau. Después de todo, el origen bélico del G-class explica porqué la forma sigue estrictamente a la función, y hay que decir que es ese precisamente su atractivo. Más allá de eso , el viaje en el 
G550 es decididamente parecido al de un camión: se sacude, se inclina y jalonea como su primo hermano el Unimog. La conducción es fofa e imprecisa, pero eso ha de esperarse por su arquitectura de chasis sobre bastidor, ejes delantero y trasero sólidos, tres diferenciales bloqueables y dirección de bola recirculante. Si lo que quiere es confort y sensación de manejo, cómprese un ML o un GL.

La misma actitud se presenta respecto al consuma de combustible. Su consumo de 5,1 kpl en ciudad y 6,3 kpl en carretera es tan cómico como predecible. De nuevo, Mercedes-Benz parece estar diciendo “si no le gusta, cómprese otra cosa”. Nadie nunca dijo que pasarse la aerodinámica por la torera vendría barato.
Tan cómico y predecible como el consume de combustible es el comportamiento del clase G en el camino. La tenida 
en ruta aguanta a penas fuerzas de hasta 0,59G y da figuras vergonzosas en el slalom en parte debido a la excesiva interferencia del sistema de control de estabilidad, que llega al extremo de cortar todo contacto entre el pedal del acelerador y la admisión de combustible si la computadora considera que el conductor está realizando una maniobra peligrosa. Dadas las firmes intenciones del G550 de voltearse a la primera oportunidad, esta intervención parece bien justificada. Después de todo, no puedo imaginar una razón por la cual un conductor de un G querría tomar curvas cerradas a toda velocidad. Sin embrago, preocupa la declaración que hace Motor Trend, de que solo dieron peores resultados que el Gelandewagen un volquete Ford F-650, un Hummer H1 de 2006 y un Hummer H3 del mismo año.

La construcción anacrónica no se limita al bastidor, sino se refleja también en la carrocería. Las puertas deben ser cerradas con firmeza y suenan como la bóveda de un banco, abrir la portezuela del maletero es un buen ejercicio de calistenia, y el seguro de las puertas suena con un fuerte click como lo haría una caja fuerte. Sin embargo, la insonorización interior es típicamente Mercedes, siendo la bulla externa apenas audible si las ventanillas están cerradas, y la visibilidad frontal es excelente, aunque mirar sobre el hombro para retroceder puede ser algo complicado. Para eso hay una cámara de retroceso, felizmente.

El clase G es amplio y cómodo para los 5 pasajeros, salvo que los cinco pasajeros sean alemanotes de más de 1,80. El maletero carga 1280 litros con los asientos traseros levantados, 1280 litros además útiles, dada la forma cúbica del 
carro. Sin embargo mucho del G550 2012 pertenece a la anterior generación del resto de la flota Mercedes, aunque incluye ya una nueva consola central y un nuevo interfaz de infoentretenimiento.

¿Vale entonces el clase-G los 180 mil dólares que Mercedes benz quiere por él? Sí, pero solamente si estás buscando algo realmente fuera de lo común. Quienes desean un VDU moderno no disfrutarán de este modelo, pero quienes deseen el G-wagen sólo porque es el G-wagen adorarán esta pieza hecha a mano de maquinaria alemana. No hay nada que se le parezca, y probablemente no habrá nada parecido en el futuro previsible. Eso, y tal vez la posibilidad de decir “sí, todavía los construyen como antes” pudieran, después de todo, justificar el exorbitante precio.

Esteban

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Chitika