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lunes, 15 de noviembre de 2010

RBR y Sebastien Vettel se llevan el campeonato

El domingo 14 de noviembre se hizo historia en Abu Dhabi. Fue la primera vez en los 61 años que tiene la Fórmula 1 que llegaron a la última carrera de la temporada cuatro candidatos al campeonato, fue la primera vez que el que llegó con el tercer mayor puntaje a la última carrera se hizo del campeonato de pilotos (de hecho Vettel sólo estuvo en la punta del campeonato cuando acabó, que es cuando realmente cuenta), el campeón fue el más joven de la historia, fue la primera vez que una escudería austriaca ganaba el campeonato de constructores, y al podio se subieron en primer lugar el nuevo campeón, en segundo el campeón del 2008 y en tercero el campeón del 2009.

No cabe duda alguna que el Red Bull Renault fue el mejor auto durante todo el año, con 15 pole-positions en 19 carreras, también todo un record, y que, salvo alguna excepción (estoy pensando en Corea donde jugaron otros factores), cada vez que salió en primer lugar acabó en esa misma posición, resultando por lo general inalcanzable para las demás escuderías. A pesar de que personalmente soy hincha de McLaren por razones históricas sobre todo, y que no me gustan las escuderías donde el patrocinador, en este caso la bebida energética que supuestamente da alas, es el amo y señor del equipo, es nomás necesario reconocer el gran trabajo que hizo la escudería austriaca.

Pero hay mucho más tras el del “niño maravilla”. De nuevo, mis gustos personales van por otro lado, Hamilton desde su incursión desfachatada en la categoría hace pocos años siempre me ha parecido un deportista completo, estos es, hábil y talentoso, pero además ambicioso, dedicado, caballeroso y dignísimo, mientras Vettel me parece si bien muy hábil, imprudente e irresponsable, quizás hasta inmaduro, y para mi gusto le ha debido más a lo bueno que era el auto que a su propio mérito. No obstante, cuatro victorias al hilo, de cinco poles, no son poca cosa. Así como en el fútbol lo que cuenta son los goles, en F1 lo que cuenta son los podios, y McLaren tuvo una sequía de podios en cinco de las últimas seis carreras de la temporada.

Otra temporada sorprendente fue la de Alonso, más sorprendente por el mal comienzo por una parte y por la mala actitud por otra. Si Hamilton en un caballero, Alonso es todo lo contrario: mal perdedor, quejumbroso… Hizo pocos amigos este año, y los que tenía los perdió en el mismo lapso de tiempo. Se me hace difícil creer que se trata de la misma persona que consiguió dos campeonatos con Renault, con humildad y trabajo duro, y con un auto que en ninguno de los dos años era mejor que el de sus rivales. Parece que irse a Ferrari lo ha dañado mucho. Aunque debo confesar que la idea de que por una vez saliera victorioso el villano, al contrario de todas las películas hollywoodenses, me tentó por un momento.

Dos factores adicionales, ambos atribuibles a los cambios en el reglamento, le pusieron la emoción adicional a la temporada. Primero, el sistema de puntajes, que permitía que la tabla cambiara a cada rato (este año hubieron seis líderes de la tabla, también todo un récord), también determinó fuertemente el resultado final. Con el antiguo sistema de 10 puntos en disputa, los puestos finales de Webber y Hamilton se hubieran invertido, y el campeonato de constructores hubiera tenido que esperar a la última carrera. Segundo, la prohibición de recargar combustible, además de dar señales de sumarse a la onda ecologista, provocó tiempos de parada en pits realmente de infarto, lo cual resultó en que las estrategias de las escuderías dependieran más de la puesta a punto del carro y de la habilidad del piloto que en las estrategias de paradas, aunque todavía jugaron un papel.

En fin, fue una de las mejores temporadas de F1 que haya visto, y espero que siga así el próximo año.

Como nota al margen, creo que le campeonato mundial de rally podría aprender una lección o dos de esto. ¡Qué campeonato más aburrido!

Esteban

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