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lunes, 23 de mayo de 2011

Especial primer aniversario: el gran turismo de ensueño

Hace quizás un par de décadas, definir un superauto era sencillo. En esta categoría entraba cualquier auto fabricado en pequeñísimas series (unos pocos cientos), con dos asientos o excepcionalmente dos asientos y dos banquetas en la parte de atrás, que sirven para llevar de la manera más incómoda posible a los molestos hitchhikers que uno se encontrase en los caminos apartados de la Europa rural; motor poderosísimo, velocidad de cohete, interiores forrados en piel y alta tecnología, y una etiqueta de precio bastante por encima de los cien mil dólares.

Hoy esta clasificación se diversifica completamente. Ciento cincuenta mil dólares “a penas” alcanzan para comprar un Gran Turismo, es decir lo más modesto de los superautos, con todo y esa absurda costumbre de
poner el motor dentro del capó delantero en lugar del centro del auto, donde pertenece. Para conseguir un verdadero deportivo, hay que largar como mínimo cuatrocientos mil billetes verdes, es decir, el precio de dos chaletcitos suburbanos.

Sin embargo, para el 2012, la famosa marca del cavallino rampante, símbolo por excelencia de lo que es un superauto incluso para los que no saben nada de autos, ha presentado en público el primer modelo gran turismo que pertenece a las ligas de los überautos de un millón, sí, un millón de dólares: el nuevo Ferrari FF.

Un momento, me dirán ustedes, esto no puede ser un Ferrari. ¿Carrocería de cupé hatchback? Oh, sí, como un S3 con esteroides. ¿Motor delantero? Sí, delante del conductor, no justo detrás de sus oídos. ¿Tracción integral? En efecto, este es el primer Ferrari 4x4 de la historia. Por Dios Santo, ¿una maletera? Síp, este es un verdadero gran turismo, con todo y espacio para llevar el equipaje y las bolsas de golf a un viaje por la Costa Brava. Pero miren esa carrocería, ¿es posible que en Maranello se hayan vuelto todos locos?

No se preocupe el lector, yo también me sentí traicionado la primera vez que vi las fotos de este carro de $750.000 sin contar impuestos ni fletes. Pero al leer un poco más las cosas comenzaron a tener sentido. Un monstruoso motor V12 de 6,3 litros (sí, 6262 gloriosos centímetros cúbicos de desplazamiento, suficiente para que los ambientalistas se quieran tirar de un puente) genera 660 rampantes caballos de fuerza y 683 N•m (504 libraspié) de torque, esto es seis veces la potencia del compactito familiar con el que llegaste hoy al trabajo. Y esos cientos de HPs mueven una carrocería que pesa menos que un Ford Focus, con lo que la relación peso potencia es una verdadera locura: cada caballito mueve solamente 2,71 kilogramos de peso, con lo que este bólido salta de cero a cien kilómetros por hora en menos de lo que puedes decir 3,7 segundos. Oh, sí, este es ciertamente un Ferrari.

Por si uno necesitara más pruebas, he aquí algunas. Dentro de la cabina, toso está maravillosamente forrado en cuero de gamuza, alcántara o charol, según escoja el cliente, en uno o dos tonos, con o sin costura visible. Los bordillos del tablero, la consola central y las puertas pueden terminarse con fibra de carbón o aluminio pulido. Por supuesto, todo esto es customizable por Internet y se admiten pedidos especiales fuera del catálogo (claro, para los clientes millonarios nada es imposible).

Los controles son resultado del cruce entre un auto de Fórmula Uno y el puente del USS Enterprise, y no son puro adorno: con las manetitas que están detrás del volante se controla una caja de cambios de siete velocidades, por supuesto con cambios en milésimas de segundo gracias al embrague de doble disco, pero además el control de tracción puede desactivarse para que comience la verdadera diversión, y se pueden seleccionar cinco estilos de conducción dependiendo de lo que se necesite según el tipo de terreno.

Esto se complementa con un completo sistema de información y entretenimiento centrado en una pantalla touch-screen de 12 pulgadas, arranque sin llave, sistema de sonido de alta fidelidad, asientos totalmente ergonómicos…

Al sistema de tracción integral patentado por Ferrari complementan la suspensión con amortiguadores magnéticos acoplados a brazos multi-link, diferencial electrónico que distribuye el torque como se necesite, todo esto con una distribución de peso casi perfecta (47% adelante y 53% atrás), por lo que el manejo de este pura sangre debería ser alucinante.

Pero la mayor prueba de que se trata de un Ferrari a pesar de las apariencias, es que tras su desarrollo y fabricación se notan con absoluta certeza la pasión y dedicación que caracteriza a los superautos italianos (próximamente habrá que hablar, a propósito, del nuevo Lamborghini, llamado muy apropiadamente Aventador). En cada pieza, en cada costura, en cada detalle, se nota que, aunque por plata baila el mono, la principal fuerza conductora de la marca Ferrari sigue siendo el puro amor por los autos. Y por eso escogí este maravilloso auto para celebrar el primer aniversario de Esteban On Cars. Aunque solo puedo soñar con poseer o siquiera manejarlo algún día, nos mueve el mismo amor por los fierros, y solo tener eso en común con esta leyenda me basta.

Esteban

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