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lunes, 4 de febrero de 2013

Comparación sedanes familiares: Nissan Altima 2013 Vs. Honda Accord 2013



NISSAN ALTIMA 2013

¿Qué es, finalmente, Nissan? Parece no poder decidir si es el dojo donde se entrenan los samurái de la velocidad que creó el GT-R, el equipo de rescate de osos polares detrás de la creación del Leaf, o si es Team Versa, cuya meta en la vida es noquear a los coreanos, chinos y rumanos fuera del mercado de los ultra-económicos. De similar grado, el nuevo Altima sufre de esquizofrenia por la confusión de aspiraciones y prioridades que su equipo de diseño ha considerado.

Sólo mire el aspecto exterior para obtener la primera muestra de esta turbulencia. Es un diseño fluído, orgánico, definitivamente emergente de la exótica colección de bestias marinas de Infiniti, pero con un bulboso resultado final que clama a gritos “recorte de presupuesto”. Alguna revista poco caritativa incluso publicó que el nuevo Altima parecía un Toyota Camry luego de un ataque de abejas.

De igual manera, la aereada cabina permite al conductor deslizarse tras un volante grueso y mirar un tablero limpio y bien acabado, con insertos bien pintados en metal, y hasta ahí todo va bien. Sólo, no mire a los costados, donde todo el plástico duro y monótono se apila. Ni mire a la tapa del tablero, coronado por una mazmorra de plástico rígido. O incluso al tapiz de los asientos, que definitivamente dan una sensación de sala de espera, con su tela tipo pelaje de ratón. Cierto, el Honda también tiene asientos de tela, pero tiene una cualidad simplemente más rica.

Los samurái encargados del GT-R construyeron el tren motor del V6, con tiempos de aceleración rozando los del Honda, con 7,6 segundos en el pique de cero a cien kilómetros por hora, y con el cuarto de milla recorrido en 16 segundos exactos. Pero los ahorradores de Versa Ltda. insistieron que el motor QR25 de 2,4 litros se mantenga en la alineación, más como mula de carga que como semental. El cuatro cilindros suena incómodo e infeliz a las altas revoluciones que su transmisión CVT le exige mantener en todo momento y situación. El equipo de tarea del Leaf, finalmente, afinó el CVT para que corra a la relación más alta, desde la cual prefiere no moverse. En su favor, el Altima logró el mejor consumo de combustible incluso en situaciones de alta temperatura ambiente y mucho tráfico.

Entre las virtudes del Altima está su dirección directa y el profundo surco en el esfuerzo que amplifica la sensación de estar con las ruedas alineadas al frente. Sin duda, los muchachos GT-R también dieron al Altima su “Control Activo de Subviraje”, un software que frena levemente la rueda delanterna interna durante un giro brusco para aumentar la guiñada.  Y se lo siente esforzarse por mantener la dirección del auto en algunas situaciones. Claro que funcionaría mucho mejor si los chicos del equipo Leaf no le hubieran calzado neumáticos de baja fricción que pierden el agarre fácilmente y con un chillido de película “B”.

Ignoramos si fue el contingente del GT-R o del Leaf el que hizo al Altima tan ligero, o quizás fueron los muchachos de Versa los que extrajeron todo el peso de la estructura. Como fuera, el Altima mejora mucho en rendimiento, maniobrabilidad y frenado, pero también se sacude y bambolea mucho más que el Accord. A no deseperar. Nissan intentó honestamente construir el sedán más familiar más rápido, más económico, más maniobrable, más frugal y de apariencia más lujosa, todo al mismo tiempo. En algunos aspectos lo logra, pero la suma de todos los factores crea un todo que carece de cualidades extraordinarias que vayan más allá de solamente tener la puerta del maletero más amplia del segmento – y no el maletero más amplio.

HONDA ACCORD 2013

Habiendo llegado a puntos muy bajos en su historia reciente, habíamos llegado a dudar de Honda. Pero la marca de la gran H ha vuelto. El nuevo Accord es un recordatorio convincente de los valores intrínsecos de la compañía y, considerando que Honda ha atravesado hasta un terremoto que aplastó su centro de diseño e investigación en Tochigi, y que su producción se paralizó en Tailandia debido a las inundaciones, resulta ser también un retorno triunfante.

Una vez más, Honda da una cátedra de empaquetado. A diferencia de su sobredimensionado antecesor, esta que es la novena generación se encoge en longitud total, pero la cabina mantiene sus dimensiones anteriores casi idénticas. El Accord sigue sintiéndose tan espacioso como antes, con dos cómodos y holgados asientos adelante y con una banqueta que permite que sus tres ocupantes adultos puedan cruzar las piernas si así lo desean.

 El Accord también se conduce como si se hubiera construido con el Pesolivianio tradicional de Honda. De hecho, si bien no es el más ligero del segmento, su conducción, frenado y suspensión trabajan en tal armonía sincrónica de tal manera que se siente como si lo fuera. Es cierto, ya no lleva brazos de control bajo el guardabarros delantero, sino resortes tipo McPherson, pero ¿y qué? También los tiene el Porsche Cayman. El Accord simplamante se desliza en las curvas, sin quejas de los neumáticos y sin dar la impresión de estar esforzándose demasiado.

Al cuatro cilindros de 2,4 litros la gusta subir las revoluciones, y tiene la mayor potencia entre los autos comparados, aunque no por mucho. La transmisión CVT está afinada de tal forma que el Accord casi flota. Honda logró minimizar el típico retraso de la banda, y el acelerador responde prontamente al pedido del pie derecho, así sea con un leve gemido audible a altas revoluciones (punto a favor del Altima: el motor se queja, pero el CVT es el más silencioso que hayamos conocido). Tanto en caminos retorcidos como en calles urbanas la transmisión responde linealmente y uno llega a olvidarse por completo del uso de las levas de control manual. Por supuesto, siempre preferiremos una caja manual de seis velocidades, pero al fin hallamos un CVT con el que podemos coexistir.

El tablero de mando está hecho claramente con la plantilla de Honda, con enormes marcadores y muchos, muchos botones. Ante la ausencia del sistema de navegación ofrecido en otros mercados y su correspondiente marejada de controles, el Accord cuenta con una caja portaobjetos bastante profunda, tapada con una portezuela bastante torpe de plástico. A no preocuparse, Honda ha aprendido las lecciones del muy decepcionante Civic y esa portezuela barata es, en realidad, el único punto negativo de un interior muy mejorado y mejor insonorizado.

Con su techo casi plano y su marco altamente conservador, el Accord sigue siendo, sin disculpas, un sedán familiar mediano. Podrá uno quejarse de su falta de chispa, pero no de su carencia de practicidad. Las puertas se abren amplias, con umbrales estrechos y la línea de hombro es baja, creando así grandes portales de vidrio, por lo que, si la gente no nota a los ocupantes del Accord por ser demasiado discreto, al menos los ocupantes podrán ver bien a la gente que está fuera.

EN CONCLUSIÓN

¿Es realmente necesaria una conclusión? La buena noticia, en el fondo, es esta: Honda vuelve a ser Honda.

Esteban

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